Derrotaron 17-0 a los Raptors en la despedida del Estadio Azul
Javier Briseño Domínguez
«Llévelo, llévelo, lleve su recuerdo del Tazón México y del último evento deportivo en el Estadio Azul», gritaba un vendedor afuera del coloso de la colonia Noche Buena, mientras la familia del football americano acudía a la despedida de ese inmueble que fue construido específicamente para el deporte de las tacleadas.
El antes llamado Estadio Olímpico de la Ciudad de los Deportes, se inauguró en el ya lejano 1946, siendo el primero en tener las gradas de concreto y que abrió actividades con el duelo en el emparrillado entre los Pumas de la UNAM y los Aguiluchos del Heroico Colegio Militar con triunfo para los de azul y oro.
Ahora, 72 años después, coincidentemente el deporte que escribió la primera hoja en el libro de historia del estadio Azul, será el encargado en ponerle punto final a la actividad deportiva en el lugar con el duelo entre los Mexicas y los Raptors por el campeonato de la Liga de Football Americano Profesional.
Las unidades del metrobus avanzaban llenos de aficionados desde varias estaciones antes de llegar al lugar de la cita y cuando la voz del transporte indica que se ha llegado a la estación «Ciudad de los Deportes», una avalancha humana se desborda rumbo a la salida.
Las calles aledañas al estadio lucían muy transitadas. Por un lado, los aficionados rojos de los ‘prehispánicos’ y por el otro, los verdiblancos que apoyaban a los ‘prehistóricos’, sin olvidar a aquellos que prefieren ser neutros y van con el jersey de su equipo favorito de la NFL sólo a disfrutar de una tarde de americano.
Rodeando el estadio, justo a un lado de su compañera hasta ahora inseparable, la Plaza de Toros México, el sonido de la carne en el aceite y el olor que de esa combinación emana, invitan a degustar unos tacos preparados por ese taquero que por última vez macheteará la carne y la servirá en una tortilla para el regocijo de los hambrientos de media tarde.
Un refresco bien frío para acompañar los sagrados alimentos y de paso refrescar la garganta ante la inclemencia del sol, bastará para entrar a la última cita.
La hora pactada había llegado, los Raptors fueron los encargados de dar la patada inicial para que enseguida los Mexicas entraran al ataque.
La ofensiva roja no carbura. Un mal centro no pudo ser controlado por el mariscal de campo Ricardo Quintana y entregan el balón a los Raptors de Lomas Verdes.
Del otro lado del ovoide la cosa no es distinta. Comandado por el quarterback Bruno Márquez, los mexiquenses tampoco hacen mucho y se ven obligados a despejar.
El coach de Mexicas Rafael Duk, se da cuenta que la debilidad del rival está entre los linebackers y los profundos por lo que no duda en ordenar a sus pupilos que ataquen esa zona.
Una tarde mágica del quarterback Ricardo Quintana y del receptor abierto Guillermo Villalobos inclinaron la balanza 17-0 en favor de los capitalinos, producto de dos pases de anotación y un gol de campo.
Llegó la hora del medio tiempo y muchos corazones se desilusionaron al no poder escuchar a la emblemática banda del género Ska, Panteón Rococo, ya que por causas ajenas y de fuerza mayor no pudieron tocar debido a que el pronóstico del clima indicaba tormenta eléctrica y lluvia para ese momento.
Para la segunda mitad, los ‘prehistóricos’ intentaron regresar, pero un error en zona de gol de Bruno Márquez les costó una intercepción que dañaron de gravedad sus ilusiones por remontar.
La defensiva verde se asentó y no permitió que los mexicas incrementarán la ventaja, de hecho, estuvieron cerca de romper el cero, pero un castigo de interferencia de pase invalido una intercepción con regreso a touchdown al comienzo del último cuarto.
El ambiente en la tribuna fue inmejorable. Los gritos de ‘huelum’ y ‘goya’, sonidos de guerra de la máxima rivalidad universitaria del país, retumbaron en el estadio uno detrás del otro en uno de los momentos más emotivos y especiales de la jornada.
Los Raptors intentaron hasta el final. Con un par de minutos por jugarse le llegó la hora del baño de los campeones al coach Rafael Duk, dos de sus elementos le vaciaban el bote de la bebida rehidratante encima, mientras los hielos encargados de enfriar la bebida agradecían derretirse sobre el pasto del Estadio Azul.
El reloj se agotó, la prensa invadió la cancha en busca de captar ese último y memorable momento. Los jugadores de ambas escuadras se felicitaron y enfundaron en un abrazo.
Unos danzantes bailaban al ritmo de los tambores transportándonos a la época de aquella cultura guerrera que fundó la gran Tenochtitlan mientras los jugadores que pelearon en el emparrillado alzaban el trofeo que los acredita como campeones de la LFA.
Con las emociones a flor de piel, la lluvia se hizo presente. Algunos dirán que esa lluvia era un refresco para todos los que aguantaron el calor, otros más que era el dios Tlaloc que festejaba el triunfo de sus Mexicas y muchos más que fue el llanto nostálgico de los dioses por el último juego en el emblemático Estadio de la Ciudad de los Deportes.
Adiós al coloso de la colonia Noche Buen