El último mundial antes de estallar la Segunda Guerra Mundial
Javier Briseño Domínguez
Corría el año de 1938 y la sombra de la guerra ya oscurecía a Europa y otras latitudes del planeta. Italia continuaba bajo el gobierno fascista de Benito Mussolini quien había sido la máxima estrella en el mundial de cuatro años antes donde el país de la bota terminaría por coronarse.
Por otro lado, Alemania se encontraba en el apogeo del Tercer Reich comandado por Adolfo Hitler y comenzaba a invadir Europa, mientras que en España Francisco Franco acababa con los restos de la república española luego de dar el Golpe de Estado en 1936.
Hitler tenía intención de hacer lo mismo que su homólogo italiano, utilizar el torneo con fines propagandísticos, pero bajo este contexto bélico, la FIFA decidió hacer el tercer Campeonato Mundial de Futbol en un país neutro: Francia, país que dos años más tarde se convertiría en una víctima más de las invasiones del ejército Nazi.
Tal y como ocurrió en la edición anterior, este también fue un mundial europeo, en donde 12 de las 15 naciones participantes fueron representantes del ‘viejo continente’, dos de América y las Indias Holandesas en representación del resto del mundo.
El Mundial se llevó a cabo del 4 al 19 de junio y originalmente serían 16 los equipos participantes ya que Austria también se había clasificado a la competencia, sin embargo, serían destituidos del torneo por la anexión a Alemania tan sólo tres meses antes.
La selección de Uruguay no fue al evento ya que continúo en su postura de no acudir al mundial en tierra europea. Argentina esperaba ser la sede del torneo respetando la alternancia entre Europa y América, pero al no ser elegido como organizador se negó a viajar, por lo que Brasil y Cuba fueron los dos representantes del nuevo continente.
El formato de competencia fue igual que al del mundial pasado, eliminación directa comenzando con los octavos de final, en donde la gran sorpresa se dio con la eliminación de la poderosa Alemania a manos de Suiza.
Los germanos se fueron arriba en el marcador con gol de Josef Gauchel y más tarde Suiza igualó el marcador con tanto de André Abegglen. El partido termino igualado y luego de treinta minutos de prórroga, las cosas no cambiaron.
Esto obligó a que se jugara un segundo partido cinco días después. Suiza jugó con orden defensivo y explosividad al ataque que le permitieron ganar el duelo 4 goles contra dos y consumar la gran sorpresa del evento.
La anfitriona Francia derrotó 3-1 a Bélgica; Hungría no tuvo piedad ante la débil selección de Indias Holandesas al apalearlas seis goles contra cero; Italia derrotó a la primeriza Noruega apenas por 2-1; Checoslovaquia igual sufrió para derrotar a Holanda con empate a cero goles en el tiempo reglamentario, aunque encontrando contundencia en el suplementario para sellar el marcador de 3-0; Brasil y Polonia dieron uno de los duelos más espectaculares del torneo con una lluvia de 11 goles que favoreció a Brasil 6-5, mientras que Suecia había avanzado en automático a la siguiente ronda por la eliminación de Austria en el escritorio.
Otra gran sorpresa fue la victoria de Cuba sobre Rumania, los isleños, caracterizados por ser potencia en el beisbol, pero una incógnita en el balompié, hicieron la hombrada al igualar un primer partido por marcador de 3 goles a 3, lo que obligó a que se jugará un desempate en el que saldrían airosos 2-1 con anotaciones de Héctor Socorro y Tomás Fernández.
Para los cuartos de final las ilusiones cubanas fueron frenadas de tajo al caer eliminados ante Suecia por escandalosa goleada de 8-0; Hungria se consagraba como una potencia del torneo al superar 2-0 a Suiza; Brasil y Checolovaquia protagonizaron el duelo más disputado con un empate a un gol, para que después, en el juego de desempate, los amazónicos se impusieran 2-1.
Por su parte, la anfitriona Francia recibía a la campeona del mundo Italia bajo un ambiente tenso por el contexto político. Los visitantes saltaron al campo vestidos de negro, los colores del fascismo de Moussolini y durante el himno hicieron el característico saludo ante el desapruebo del estadio.
Sin embargo, Italia sacó el orgullo y derrotó a los galos por marcador de 3-1, por lo que Francia se convirtió en el primer anfitrión que no pudo levantar el trofeo de campeón como antes los hicieran Uruguay y la misma Italia.
Con la mitad del torneo en los libros de historia, llegarían las semifinales entre los mejores cuatro del torneo. Hungría y Suecia se medirían en el emblemático Parque de los Príncipes de la capital francesa, mientras que Italia y Brasil protagonizarían su primer gran choque de lo que a la postre se convertiría en un clásico mundial y el escenario fue el Velódromo de Marsella.
En el primer choque, Suecia comenzó ganando apenas a los 35 segundos y con el antecedente de la goleada sobre Cuba, estaban confiados en llevarse el triunfo. Hungría, protagonista de los campeonatos mundiales, tenía la última palabra y no dudo en arremeter ferozmente contra el arco rival para conseguir una goleada de 5-1 sobre los escandinavos.
En Marsella, el entrenador de Brasil, Ademar Pimenta, decidió saltar al campo dejando a sus mejores hombres en el banquillo en una decisión polémica y con motivo aún desconocido. Así, con Leonidas, Tim y Brandao observando desde el banquillo, Brasil fue en busca de la hombrada que no pudo conseguir.
Italia basado en su orden táctico y su juego agresivo, se impuso con dos goles de Gino Colaussi y el histórico Giuseppe Meazza, mientras que por los cariocas descontó Romeu al minuto 87 pero ya era demasiado tarde para la remontada.
La final se jugó el 19 de junio en el Estadio Olímpico de Colombes en París ante más de 45 mil espectadores. La azzurra llegaba a su segunda final consecutiva y Hungría era primeriza en estas instancias.
En el campo chocarían dos estilos muy diferentes, el rigor defensivo y la fuerza de Italia ante la técnica y eficacia goleadora húngara.
Gino Colaussi abrió el marcador muy temprano en el partido al minuto seis en favor del país de la bota, pero poco después, al minuto ocho, los Hungría igualaría el marcador gracias a la anotación de su estrella Gyorgy Sárosi en un duelo de ‘toma y daca’.
Aunque el ataque húngaro insistía, sus embates eran bien contenidos por la férrea defensa italiana. Pasado el cuarto de hora de juego, los enviados de Mussolini tomaron la ventaja de nueva cuenta con disparo cruzado de Silvio Piola para que después Colaussi volviera a anotar para ampliar el marcador 3-1 antes del descanso.
Para el segundo tiempo, el equipo en desventaja intento con todos sus recursos descontar en el partido y fue hasta el minuto 70 que lograron hacerlo con gol de Gyorgy Sárosi a pase de Gyula Zsengellér para el 3-2.
Con 20 minutos por jugarse Hungría tenía la esperanza de igualar, pero un segundo tanto de Silvio Piola terminó por enterrar las ilusiones y darle la segunda Copa del Mundo a Italia sellando el triunfo 4-2.
El público francés que había sido hostil terminó por aplaudir a la escuadra vencedora. El presidente de Francia, Albert Lebrun, entregó la copa Jules Rimet al capitán Giuseppe Meazza, la segunda en el palmarés italiano.
Al llegar a casa, la selección azzurri fue recibida por Benito Mussolini, quien les entregó un premio de ocho mil liras, de acuerdo con el relato de Pietro Rava, el último sobreviviente de aquel equipo.
De acuerdo con algunos datos históricos, la noche previa a la final, el combinado italiano había recibido un telegrama de il Duce, con la leyenda «vencer o morir», una motivación extra para llevarse el campeonato y salvar la vida. El arquero de Hungría, Joszef Hada, dijo tras el partido: «Me hubiera dejado hacer cuatro goles con tal de salvarles la vida».
El tercer lugar quedó en manos de Brasil, quien derrotó cuatro goles a dos a la selección de Suecia.
En las estadísticas de Francia 1938 se marcaron 84 goles en 18 juegos disputados y hubo una asistencia de 375 mil 700 espectadores en todo el torneo. El brasileño, Leonidas da Silva fue el campeón goleador con siete tantos.
Al siguiente año, el mundo sería testigo de un evento gris en la historia universal. El primero de septiembre de 1939 estallaría la Segunda Guerra Mundial, lo que pondría un freno en la realización de los Mundiales y no sería sino hasta 1950 q